Somos padres del Siglo XXI, con las prisas, los trabajos, las guarderías, el cole… En nuestras relaciones con amigos y familiares el tema de las normas y los límites se aborda de formas muy diferentes. Así, nos encontramos con padres autoritarios, donde el temor es su mejor arma, que imponen, dirigen, controlan, critican y prevalece la rigidez en las normas. En el otro extremo se encuentran los padres permisivos, que no mantienen los límites, ceden continuamente y tratan de evitar todos los obstáculos y dificultades a sus hijos. En el término medio se encuentran los padres democráticos, flexibles, colaboradores para solucionar los conflictos, que delegan la toma de decisiones y permiten las equivocaciones, establecen reglas claras y sancionan su incumplimiento.
Seguramente todos os identifiquéis con un poquito de cada una. El día que llegas agotado puede que permitas algo que otro día no hubieras hecho (permisivo) o ese día que la paciencia se agota se escape un grito de “¡ya está bien!” de corte autoritario. Pero es que… ¡no somos perfectos, somos padres!
El estilo democrático es el ideal, donde la comunicación, la flexibilidad, el apoyo, la comprensión y el establecimiento de normas y límites son los claros protagonistas. Sí, las normas y los límites son necesarios para los niños, necesarios para la vida en familia y en sociedad, una manera de comprender, valorar, proteger, respetarse a uno mismo y a los demás.
Consejos para establecer normas y límites adecuados, con responsabilidad:
- RESPETA SU MOMENTO EVOLUTIVO. No es lo mismo poner un límite a un niño de 10 meses que a uno de 12 años. Con los más pequeños la clave está en la CONSTANCIA Y LA FIRMEZA, pocos NO pero siempre con seguridad, y enseñar a reparar aquello que ha producido daños (recoger lo que tira enfadado, pedir perdón por pegar a un amigo…). Es la etapa más delicada porque exigirá de nosotros atención pero a partir de la que se recogen los frutos. A medida que se hagan mayores, ya sabrán qué pueden hacer y qué no, con recordárselo será suficiente. Ya en la adolescencia las negociaciones son inevitables, la hora de llegada, amigos en casa, recoger su ropa, colaborar en casa…
- EVITA EL EXCESO DE DIÁLOGO. La comunicación es esencial para entender la convivencia. Pero igual de perjudicial es la falta como el exceso. Esto puede ocurrir en situaciones como estas: Un niño de 2 años que golpea a otro para quitarle un juguete. Nosotros vamos y le hablamos sobre el valor de la amistad. Un niño de 8 años que ha tenido un problema con otro en el cole. Nosotros le soltamos un monólogo lleno de consejos sin dejarle expresar nada. Así que ESCUCHA, REFUERZA LO POSITIVO, NO TE CONTRADIGAS y VALORA EL PODER DEL SILENCIO, en ocasiones no hay nada que decir.
- UNIÓN DE LOS PADRES. en la toma de decisiones. Nos referimos a la situación que todos hemos vivido alguna vez de “pues se lo digo a papá/mamá que él/ella me deja”… Es complicado porque no estamos todo el día juntos para debatir sobre lo que está bien o mal, lo que deberíamos permitir o no. Es aconsejable informarse de decisiones ya tomadas para que el otro miembro de la pareja intente ser coherente o utilizar preguntas del tipo “cuando consulte con papá o mamá te decimos”, “¿qué opina papá/mamá de esto?”.
- CUANDO NO RESPONDE. Esas ocasiones en las que tenemos que repetir cincuenta veces por lo menos que recoja los juguetes o que se vista, ¿qué hacemos entonces? Con un par de veces será necesario, si no arranca por sí solo ofrécele tu ayuda. Si aún así no es suficiente, recuérdale que luego no tendrá tiempo para otra cosa. No te alborotes, ni lo hagas por él… ¡BENDITA PACIENCIA!
El tema de los límites y las normas es controvertido hoy en día. Con tanta información a disposición de las familias en internet, libros de consulta, webs… muchas veces caemos en la confusión de criterios y conceptos. No hay que temer al NO, ni sentirse culpable por ello, utilizar las normas y los límites de forma constructiva es lo complicado.
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